DROIDE OCTUPTARRA
Entre
los avanzados droide de combate que acompañaban al General Grievous en su
cuartel general secreto de Utapau se encontraban los droides octuptarras. Los
autómatas zancudos, con forma de araña, tenían unas grandes cabezas como globos
situadas sobre su delgado tronco y estaban armadas con torretas láser.
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Sus juntas giratorias les
permitían cambiar de posición casi instantáneamente y es casi imposible
localizar algún punto de la cabeza del droide que pueda considerarse como su
parte frontal. Un primo más grande del droide octuptarra, el tridroide, fue
usado en las campañas de Mygeto.
UNIVERSO EXPANDIDO
Incómodamente
alienígena para la mayoría de los humanoides, el droide octuptarra, es el
exotismo insectoide que a menudo se abre camino entre los diseños de la
Confederación de Sistemas Independientes. Sin embargo, para los skakoanos, que
dominan la Tecno Unión, el octuptarra resulta familiar como mascota. Los
verdaderos octuptarras con unos cigarreros de ocho ojos que viven en el planeta
de metano Skako. Los droides tienen un cuerpo de configuración similar y
caminan sobres tres patas, un hecho que ha provocado que los demás se refieran
a él como “tridroide”.
Simétrico por todas
partes, el droide octuptarra no tiene puntos ciegos y puede disparar en
cualquier dirección gracias a una torreta láser rotatoria. Es ligero y puede
descolgarse desde los salientes. El globo de la parte superior alberga sus
circuitos cognitivos, pero la defensa del módulo es muy débil y es un blanco
fácil para el fuego enemigo. Los comandantes separatistas pronto se dieron
cuenta de que los droides funcionaban mejor desde largo alcance, donde sus
cañones pueden escoger a las tropas que avanzan con estallidos láser
intermitentes.
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Los droides
octuptarra, al igual que los droides cangrejo de la Tecno Unión, pueden ser
producidos en diferentes tamaños gracias a la variabilidad de escalas de sus
plantas de construcción. Muchos son de la talla de un humanoide, unidades
anti-persona, pero algunos son tan grandes como tanques. Estos mastodontes se
utilizan en los campos de batalla como unidades de artillería de combate,
apoyando a los caminantes araña del Gremio de Comercio con sus lanzadores de
munición en cadena.
Durante el primer año de las Guerras Clon, los
investigadores separatistas desarrollaron una terrible muestra de plagas
biológicas a medida.
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Un virus dirigido al genoma específico compartido por los
soldados clon de la República se introdujo en aerosoles que se instalaron en
las cabezas de los droides octuptarras. Los droides
liberaban la toxina tras hacer incursiones suicidas en el corazón de las
formaciones de infantería enemigas. El Gran Ejército de la República enseguida
desarrolló un antídoto, pero la campaña dio al octuptarra un segundo
sobrenombre: droide virus.
Los droides
octuptarra estaban entre las hordas de enjambres robóticos que atacaron
Coruscant mientras el General Grievous secuestraba al Canciller Supremo Palpatine. Tras la batalla montones de piezas de droides rotas y quemadas
cayeron en los niveles más bajos de los cañones de la ciudad. Muchas muestras
de los virus de los octuptarra se liberaron de los fragmentos destrozados y el
virus de la enfermedad clon mutó infectando a los shashay y otras aves
alienígenas, dando lugar a un brote de calvicie aviar.
Tras las Guerras
Clon, la mayoría de los droides octuptarra fueron a dar a Uba IV, un planeta
separatista que poseía una planta de construcción de droides. En la mente de
muchos el droide octuptarra ha llegado a identificarse con el temible y
enmascarado ubes.
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